El foco del debate

En plena campaña electoral del 97 Alfredo Bravo y Carlos Lancioni fueron invitados a una entrevista televisiva en vísperas del superclásico. En la misma Chiche Almozny les preguntó si como opositores no les convenía que River perdiera y encontró la inmediata reacción de Lancioni: "Ni locos. Somos de River, es una cuestión de amor".

La racional pregunta del correcto periodista se encontró con una respuesta desde el sentimiento, alejada de cualquier especulación. tal como la tendría cualquier buen hijo de acaudalados padres al preguntarle por la herencia, priorizando el amor hacia ellos en lugar de generar una especulativa y malsana expectativa de enriquecerse con la pérdida de sus seres amados. Pero parece que no toda la gente siente lo mismo.

Ello así, ya que tal como escribió Tomas Sadous, de Jóvenes de River, el oficialismo riverplatense (devenido en aguilarista y "travestido" luego en passarellista) emplea una frase recurrente ante un eventual traspié deportivo a medida que se acercan épocas de elecciones: “Hay gente que se pone contenta con nuestras derrotas”, en obvia alusión a la oposición.

De más está decir que cualquier miembro de la oposición que se precie de ser hincha de su club, jamás podría contentarse ante un resultado adverso, amén de cualquier diferencia que tenga con la conducción oficialista.

Más allá de eso, sería ingenuo pensar que los resultados de una elección son indiferentes a la situación deportiva que el club atraviesa. Si bien hay clubes como River, donde la vida social es muy importante para gran parte de los socios, en definitiva se trata de clubes de fútbol cuyo objetivo principal es obtener los resultados deportivos que buscan todos los socios; activos y plenos.

En el caso de River, hemos atravesado elecciones donde el pésimo momento deportivo del club llevó a los socios a centrar su atención sobre cuestiones puramente deportivas, más precisamente sobre qué deportistas puntuales podría acercar cada candidato.

En las últimas elecciones, pocas personas repararon en buscar comprender cuál era la intención subyacente de algunos candidatos en invertir grandes sumas de dinero; menos aún de donde provenía el mismo, si las fuentes eran legítimas. El interés era reforzar el equipo, de la manera que sea.

Tampoco se reparó en que una vez concluida la elección, el ganador debía gestionar. Mismo un candidato de la oposición confesó escuchar a Passarella decir “Me preparé para ganar la elección, no para dirigir River”.

Otro elemento a destacar fue que buscando resolver los problemas inmediatos, fueron pocos quienes centraron su atención en los proyectos institucionales que presentaba cada candidato. Un fiel reflejo de ello fue que los candidatos que hablaron seriamente del tema estuvieron muy alejados del centro de la escena, lo cual se vio reflejado en las urnas.

Evidentemente, los problemas de fondo no se resuelven con la incorporación de jugadores puntuales; fiel reflejo de ello es la saliente Comisión Directiva de San Lorenzo. Socios y agrupaciones que buscamos dar fin a la decadencia de la institución debemos comprometernos con la situación e intentar virar el foco del debate hacia cuestiones de fondo y realmente importantes.

Esperemos que llegado el momento de las elecciones nos encuentre con un equipo con jugadores de jerarquía, peleando en varios frentes, y con la atención de los socios riverplatenses centradas en los proyectos institucionales, la idoneidad y la honestidad de su futura comisión directiva.

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