El superclásico fué waterfútbol

Este domingo no se disputó un encuentro de fútbol,  en verdad presenciamos un nuevo deporte que se juega con los pies y una pelota en el medio del agua: el waterfutbol  

Así, entre los charcos de agua se disputó el mayor superclásico del fútbol mundial 

El juego del miedo

Facundo Adamoli en Solo River

Está claro que el fútbol argentino ha entrado en una clara decadencia.

Hoy se privilegian los contratos millonarios de la televisión y los puntos de rating. 

El socio y el espectáculo forman parte de un segundo plano. Y eso fue lo que faltó en el clásico más importante del mundo: que se priorice el juego y espectáculo. 

El partido jamás debió ser jugado. Pero el imposible campo de juego favorecía al siempre favorecido: Boca. 

River debió enfrentar condiciones climáticas adversas y a un equipo plagado de temores como los xeneizes. Con todo, River estiró el invicto tras empatar 1 a 1 ante Boca Juniors por la fecha 10ª del Torneo de Transición.

Ya no quedan dudas de quién es más grande. Todo debate pierde sentido cuando se analiza el devaluado superclásico. 

Es que Boca hace rato que ha renunciado a jugar como un grande y apuesta por las armas que eligen tantos otros modestos equipos de barrio.

El fútbol para los de la ribera se ha transformado en un juego del miedo. Un juego al que parecen detestar jugar.

 Durante los 90 minutos Boca se rehusó a brindar un espectáculo, que se supone, es el más electrizante del mundo. Para jugar al futbol se necesitan dos, y eso le faltó al gran River Plate: alguien con quien jugar.

El partido apenas merece un análisis. La cancha impidió en todo momento que se elaborara un juego digno de primera división. Abundó el pelotazo y el roce. 

Aún así, ambos equipos se las ingeniaron para llegar al gol y ambos caminos fueron igual de válidos. A fin de cuentas, el partido había que jugarlo. 

De nada servía lamentarse y pensar qué hubiera sucedido si el campo hubiese estado en mejores condiciones.

Boca sacó provecho del juego desprolijo y ordinario y logró ponerse en ventaja. River empató porque jamás renunció a atacar y fue quien debió quedarse a fin de cuentas con la victoria. 

También es verdad que a Vigliano el partido le quedó enorme, cometiendo horrores arbitrales para ambos lados.

Boca acumula otro importante galardón en lo que va del 2014: un segundo empate ante el millonario. Aunque parezca increíble, el goce de no perder ante River es superior a su sentido de dignidad. 

El Xeneize no puede evitar el alivio y la algarabía de rescatar a duras penas un punto del inmenso Monumental.

En La Boca seguramente se desatará un enorme carnaval. Es que en ese deporte que tantos temores les genera, sacaron el heroico resultado del empate. 

River se apena porque siempre busca evadir el camino de la mediocridad. Aunque exista una felicidad casi esquizofrénica desde los de enfrente, el único invicto y puntero sigue siendo el Más Grande.

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