La mentira volvió a triunfar, pero

 "Derrota indigna" 

por Facundo Adamoli para Solo River 

Los clásicos se ganan o se pierden. Lo demás se pierde en el aire, en el llanto o en excusas sin sentido.

 Es que hay una gran tentación de remarcar lo poco que hizo Boca y su planteo mezquino, nefasto, impresentable para hacerse llamar equipo grande.

No obstante, en el fútbol gana quien hace más goles, y los porcentajes de tenencia del balón, llegadas al arco y dominio del partido se esfuman al instante ante la innegable matemática. Un River incapaz de hacer si quiera un gol, perdió 1 a 0 ante un timorato Boca por la fecha 10 del Torneo Inicial.

La historia es parecida a la de siempre. Dicen que la historia siempre tiende a repetirse y fue así. Durante los primeros 15 minutos, equipo de Ramón le pintó la cara a los de la Ribera. River ahogó a Boca y lo metió contra las cuerdas. El millonario hizo línea por línea, todo bien, a excepción de los delanteros.

River pagó caro el déficit en ofensiva. La destreza técnica de Teo Gutierrez y la capacidad de Andrada para hacer jugar al equipo no colaboran en cuanto a las situaciones netas de gol. 

Lanzini, una de las grandes figuras de este equipo, tampoco puede colaborar en el juego colectivo. El 10, de enorme gambeta y pegada, no es de esos volantes creativos que puedan poner el último pase en profundidad para dejar al 9 solo ante el arco. 

Teo Gutierrez y Andrada tampoco son de esos delanteros que marcan la diagonal para enfrentar al arquero.

Boca tenía un equipo a priori para jugar, proponer y tocar. Sin embargo, todo eso quedó simplemente en los nombres. Los de Bianchi prácticamente no atacaron. Sólo cuando lo hicieron, fue que lograron el gol que sentenció el partido.

Es que por momentos, las demoras que ejercían tanto Orión y el resto de los jugadores, emulaban aquellos tediosos partidos ante equipos chicos donde el único objetivo es hacer tiempo. A Boca le sirvió una fórmula muy básica: especular con la imprecisión de River y la contundencia adelante.

En estos partidos, a veces es mejor concentrarse en el resultado. Mirarlo nuevamente, o pensar en el análisis, da ganas de llorar. Pocas veces River enfrentará a un Boca tan endeble en defensa, tan timorato, tan chico a la hora de jugar. Era, como hace tiempo, un Boca para golear. 

Sí, en un partido en el que hasta sus máximos ídolos (Gago y Riquelme) se borraron cuando más los necesitaban, River no supo aprovechar los miedos de su rival.

River no sabe hacer un gol. No sabe liquidar a su máximo enemigo cuando está herido y temblando. No sabe aprovechar los momentos clave que le da el fútbol, no sabe cuando agrandarse ni acorralar cuando el otro está rendido y dando lástima. 

Y así, la mentira volvió a triunfar. Sí, Boca, esa mentira que creó River. Una mentira culpa pura y exclusivamente de River y sus nefastos años dirigenciales. 

Porque gracias a ellos, se ausentó River, y en esa ausencia, dejamos que la palabra campeón la cantaran los otros.

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