Un final doblemente bochornoso

Durante el último clausura el partido disputado ayer era pronosticado por quienes querían "gozarnos" durante nuestra lucha para evitar el descenso. Después del maldito 26 J la burla se convirtió en una cruel realidad.

Para peor "El partido del morbo" tal como lo define Alberto Cantore en La Nación "tuvo un desenlace que se ajusta a la traumática travesía de River por la primera B Nacional. No pudo resultar más retorcido el destino con los millonarios, que cayeron 1 a 0 frente a Boca Unidos".

La verdad que nadie jamás imaginaba a River jugando el Nacional, ni siquiera los hinchas rivales y mucho menos tener que enfrentar al equipo correntino de tan desagradable nombre. Pero lo inexplicable sucedió, porque si algo malo puede sucederle a River, sucede.

Como dice Facundo Adamoli en Sólo River "Pareciera que nada es adrede, que todo es espontáneo, que la casualidad siempre deja en ridículo al cuadro millonario. Hoy el hincha de River, tal vez no lo dice, pero siempre sabe que en el fondo, lo inexplicable, muchas veces se vuelve lo más probable. Porque en la cancha hubo un solo equipo (River, claro está), pero el botín se lo llevó injustamente Boca Unidos".

Solo cabe reprochar el planteo táctico y como dice Facundo "en este sentido Almeyda tiene mucho que ver: la pelota parada. Este recurso se ha vuelto un karma para el equipo millonario, que, tanto en ataque como en defensa son completamente ineficientes. Los corners en ataque son vulnerados por jugadas preparadas que casi nunca salen, o terminan perdiéndose en débiles centros al primer palo. En defensa, el gol de Boca Unidos en el último minuto lo explica todo".

Perder partidos insólitos se ha vuelto una costumbre, las humillaciones parecen no tener fin. El dolor no se va, no se mitiga con la cultura del aguante, que sólo sirve para demostrar la inconmensurable dignidad del hincha, pero que desde lo futbolístico no sirve para nada tal afirma acertadamente Facundo que agrega:

"Cuando el problema es dirigencias y la toma de decisiones se basa en delirios de tan sólo un dictador, solo queda entender que nada va a cambiar y que todavía se puede caer mucho más bajo. Quedan muchísimas más frustraciones, muchísimas más humillaciones por soportar, porque lo inexplicable pasó, y al final de cuentas, nada cambió. ¿Por qué abría de cambiar ahora? Esto es un barril sin fondo, donde River cae y cae".

Es totalmente cierto, todavía se puede estar peor y lo realmente peligroso de esta gestión que sólo opera en desinformar a los que llos llaman "la gilada" y que se basa en “TODO PASSA”, es que lo inexplicable, se ha tornado obvio.

Para peor a continuación de ese minuto final donde fuimos golpeados por el error fatal del arquero y la defensa, asistimos inmediatamente a otro bochorno con la reacción del cuerpo técnico y algunos jugadores con un rival con el que había antecedentes, sólo que el nombre de Boca estaba presente y para algunos irracionales justificó mostrar una vez más la prepotencia del estilo "passarelliano".

Vergonzoso, sobre todo porque como dice Cantore desde Corrientes "nadie en esta ciudad intentó fogonear, más allá de algunas palabras que servían más como chicanas que como argumento para polemizar, ni pintar el choque como si fuera un superclásico". Este Boca correntino, en nada se parece al otro y sin embargo se terminó por sellar un encuentro que "con matices de aquellos cotejos que River sostuvo frente a los xeneizes en la década del 90".

Tal como sigue recordando Cantore "Eran los años en que los millonarios festejaban títulos con continuidad, en donde las estrellas fulguraban, pero el superclásico resultaba una pesadilla. Así, en esos días en los que Passarella, el actual presidente, era el técnico,padecía el nombre de Boca, aunque al final del semestre lograba recomponerse porque River acumulaba campeonatos".

Tanto que Cantore concluye: "Pero llegó ese minuto fatídico para desatar la locura de los correntinos, también para que River mostrase su peor cara: la de equipo pendenciero, que no soporta perder. Y el resultado no pudo ser peor".

Pero acá se equivoca, ya que sino hay cambios racionales e institucionales las cosas pueden ser para peor, mucho peor.

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