No me vengan con podios

por Pablo Desimone

Me había llamado a silencio. Las voces de otros jóvenes periodistas hablaron por la mía. Ellos son el semillero de River. De ellos, es este triunfo. Es bueno que los conozcan. Ellos son el futuro. Luca Sartorio, Pablo De Bonis, Lucas Ramirez, ni hablar de Javi García  (rock&ball) o Germán Balcarce entre otros.  

Tanto como Pezzella, Andrada, Funes Mori, Kranevitter, Gio, el Keko, Chichi, Solari, etc…ellos como los jóvenes escribas son los brotes nuevos del semillero. Ellos traen  los vientos de cambio. El “mellizo” en la Boca, Germán en San Luis. 

¿Para qué hablar de otra vez del “sensato y sensible” Ramón, del “hombre lobo” que se mastica la cancha, de los “panteras negras” Balanta y Carbonero, de la hombría de Mercado, Maidana y Vangioni, de la repentinzación de Teo, del “tablón” que lleva el Cavegol en el pecho, y la “carretilla” jardinera de Rojas regando de tacos el camino para los slalom del “Manu”…. 

Me quedo con la “sobriedad” y el festejo en “silencio” de Barovero. Con la revancha íntima de Emiliano. Y esa lágrimas…de tipo quebrado…tan parecidas a las mías el día de Quilmes. Golpeado y feliz tras aquel episodio de entrada “sustraída”, de pibe de la calle sin su golosina,   de “ñata contra el vidrio”, de Chavo del Ocho…

Pero el amor es más fuerte. Y mientras se me cerraba una puerta me preguntaba… ¿Tan grande será la qué se está por abrir?. 

Entonces, esos “chicos” cargados de sueños hablaron por mí. De la fiesta, del jubileo, de las tres “G”. Antes, yo ya había escrito todo. Y aunque siempre afirmé que los partidos hay que jugarlos. 

Cuando hablaban de fixtures y componendas, yo miraba el proceso. Y estaba convencido de este gran final. Quizás, no tan así, a toda orquesta. Pero algo tenía claro: River había sido el mejor del Campeonato. Merecía por su juego, por su grupo humano y por su hinchada ser Campeón.

Nace un tiempo de volver a empezar, de verdad. A lo River. Tres torneos le llevó a Ramón depurar este mamarracho heredado. 

Un campeonato a la nueva Comisión, ponerse los largos. Investigar, tirar orejas, reclamar llaves, poner orden al caos. Ahora vamos por más. Alguna vez rifamos las joyas de la abuela, nos vendieron lo del “campeonato económico”. 

Echamos a Ramón dos veces, en fin. Se pide calma, honradez, “recordar para no repetir y resignificar”.  Yendo “todos unidos” “River vuelve a ser River”.

…Y ahora mi confesión: en esta historia, no hay podios. Armen las estadísticas que quieran. Ni 35 Campeonatos, ni Supercampeón. Ni antes, de la “B”, nada. Es cruel, sincero y encierra un grado de complementariedad y complejización esta definición:  River encierra lo más sagrado que me dio la vida. 

Primero está River. Lo digo porque lo creó así. No voy a andar con eufemismos . Primero está River. Porque estuvo siempre y porque estuve siempre, o casi.  Porque jamás me abandonó. Y yo sí. 

Porque a veces tuve que quedarme a cuidar un hijo, estudiar, trabajar, darle el privilegio a una novia que vaya a la cancha o se quede si realmente me amaba. Porque a veces elegí ir a pescar y él estaba allí, esperándome hasta que yo llegue a las apuradas para verlo a la distancia. Porque lo sintonicé desde el impenetrable, desde Usuahia, desde Nueva Zelandia, desde el Macchu Pichu. 

Escuché sus goles en el chasquido de las rocas en el agua...en las vibraciones de los paisanos anclados que silenciosos se guardaban el grito ante el riesgo de la pérdida de un pique- su alimento. Lo atesoré en mi pecho en el medio de un cine a sala llena. Cuando mis auriculares me hormigueaban los tímpanos. ¡ese cosquilleo extásico!. Porque hice el amor hasta con la radio prendida. Porque encendí mi celular en algún vuelo y me encomendé a Dios a riesgo de que todo estallara...y porqué  me hundí como todos nosotros con el Titanic, en las profundidades oceánicas.  

Y desde aquella infinita oscuridad, todos los sábados, cada día me dediqué a rescatar su caja negra. Su ADN. ¡Y acá está!. De nuevo, vivita y coleando, más limpita, más linda que nunca.  Casi intacta aunque los tiburones y los cangrejos, le dejaron sus colmillos y tenazas marcadas.  

En ella  se guardan esta mágica locura y el “rayo misterioso…”, lo evanescente  que nos vuelve inmortales “carasucias” hipnotizados de gambetas.

River, siempre River,  por encima de todo. Es nuestra sangre, nuestra cuna, nuestra niñez, nuestra adolescencia, nuestros matrimonios, nuestra madurez, nuestro cajón. Es la felicidad, la tristeza, es la bronca y el perdón…y son la “gracias por otra alegría”.  Vive en el barrio, en el  Jardín de infantes, en la escuela, la universidad y el trabajo. Anda en las primeras planas del país y del mundo de nuevo…

Creer que el amor de una mujer o un hombre puede estar por encima del amor a River. ¡Y buehhh!  “No ha lugar”, pregunta capciosa.  Tal vez porque River también  es el sueño de contar con “esa mujer, esa familia, esos amigos”, de fierro.

Señoras, señores, adictos al amor de carne y hueso: ódienme.  River no admite comparaciones ni competencias. No hay podios posibles. Y si las queremos buscar, vamos a recibir respuestas incomprensibles. No es fanatismo, es una condición existencial. 

Es algo que está más allá del más acá. Es algo así como el penal de Chichizola. Es lo insondable, es la "eternidad", o lo desconocido  que llegará después de esta complicada humanidad. Es algo más ambicioso, más trascendental que lo terrenal.

No es solamente una pasión. Es la  vida que nos tocó, atravesada por la banda. Aunque a veces la gente  no crea en esta “estupidez”.  Es el Unicornio, que se perdió tal vez. Porque nunca le hizo falta ninguna comprobación de amor incondicional.  

Por eso es lo más sagrado. Nunca le pediría a nada ninguna prueba "estupida" de amor. Ni papeles como pedimos los humanos. Porque los humanos somos cambiantes, misteriosos, desconfiados, enigmáticos, mal pensados. Amamos y odiamos con la misma intensidad. Eso no puede ser River.  

Aunque hayamos nacido del mismo útero: la ribera. De dos hermanas diferentes: nosotros la sur, ellos la norte. Somos parientes es cierto. Pero jamás nos comparamos. No necesitamos podios. Nos envejecen los odios. River es River. "El Más Grande". 

Somos la grandeza que hicimos de nosotros  con lo que hicieron de nosotros". No es soberbia. ¡Somos diferentes!. Hagan las cuentas que quieran… pero no me vengan con “podios”. Eso es para mediocres…!!!