Estamos en la previa de dos encuentros importantes -primero en Floresta y posteriormente el Superclásico en el Monumental- y preocupa mucho la actualidad de RIVER, más allá del apoyo impresionante que lo tiene liderando por lejos la tabla de ventas de entradas.
Se recuerda con bronca la pésima gestión de Aguilar, en la cual hemos pasado por terribles 8 años y una pérdida de prestigio sin precedentes, que resumiendo un poco, incluyó derrotas y eliminaciones dolorosas a nivel futbolístico más un desastre en lo institucional, tanto económica como financieramente.
Llegó Passarella y –a pesar de encontrar un caos institucional- parecía que con él venía un cambio de aire. Hoy, pasados diez meses de gestión, hay que esforzarse mucho para discernir con claridad entre este presente y ese triste pasado reciente.
Tanto es así que se mantiene en la oscuridad la“auditoría” a la anterior gestión, la forma en que se adquirieron jugadores para este campeonato y cual es la verdad sobre aspectos legales y el destino que tendrán los 20 millones de dólares provenientes del “fideicomiso”, entre otros temas urticantes de la política riverplatense.

Futbolísticamente hablando no es mejor el panorama, lo cual es muy grave. En pasado inmediato entre la salida apresurada de Astrada y la llegada “con bombos y platillos” de Cappa, el Clausura pasó sin pena ni gloria porque el equipo, lejos de sumar, continuó atrapado en sus pésimas performances de los últimos torneos y cayó directamente en la “Promoción”.
Entonces había que formar un equipo competitivo para salir lo antes posible de una situación que se menospreció siempre, tanto por jugadores, como por el técnico y la dirigencia. Para el objetivo, se contrataron jugadores de renombre (Carrizo y Pavone), uno con buenos antecedentes (Caruso) y otros de relleno -a mi gusto personal- que se sumaron a un plantel que contaba con figuras consagradas (como Ortega y Almeyda), con el más promisorio de todos, pero convaleciente de un accidente y a un 25% de su nivel real (Buonanotte) y con varios juveniles en ascenso.
Con todo esto, nunca se vio ni por asomo el futbol que pregona el DT, no aparece el equipo, no se han ganado encuentros decisivos en el Monumental, se padecen los partidos porque cada vez se juega peor, ni se ha podido sacar provecho de pérdidas de puntos de rivales directos en varias fechas, etc. etc.
Pero hay más aspectos que no cierran, todos vinculados al accionar de un técnico cuestionado: ha probado con al menos 2 ó 3 cambios por partido sin resultados.
Se le ocurrió que Ferrero debía ir al banco (tampoco creamos que Ferrero es Perfumo, pero en “este” RIVER es como si lo fuera…), las pruebas con Ballón y Acevedo para suplir al Pelado Almeyda han sido un fracaso pero ahora se acordó que existe “un tal” Cirigliano en el plantel, que es infinitamente superior a esas 2 adquisiciones sin sentido; los “carrileros” de ambos costados no convencen a nadie; mantuvo a los marcadores de punta que menos marcan en el futbol argentino con escasa efectividad cuando se proyectan; no encontró nunca una dupla efectiva en ataque y ha dejado en el banco a Buonanotte, que aún lejos de lo que era, está por encima de cualquiera que pueda ocupar su lugar en la cancha y las “lecturas” que hace de lo que se ve en la cancha durante los 90 minutos esta en duda permanente, mientras discutimos si Ortega debe jugar un rato, 90 minutos o se debe retirar.
Para colmo de males, no ha tenido éxito Cappa para encontrar “EL” equipo en decenas de prácticas semanales, de las que todos sabemos que los “titulares” elegidos para cada ocasión, además de no mostrar evolución, casi nunca pueden con los “suplentes” o con equipos mechados con jugadores de inferiores…
A más de todo eso, repito que del futbol vistoso, con toque, con llegada, con creación o al menos con un mínimo de efectividad, NADA.
Solo se ven un cúmulo de voluntades individuales que han funcionado en apenas algunos pasajes de este torneo y está a la vista que con eso, NO ALCANZA.
Resultado: a 12 fechas de transcurrido el Apertura, RIVER sigue luchando por salir de la Promoción y con futuro incierto.
Juro que hubiera preferido tener una visión más positiva a esta altura de las circunstancias, pero solo se sigue viendo a RIVER en un cono de sombras, con muchos problemas para afrontar lo que viene, con un Superclásico incluido en el medio, cargado de necesidades más la obligación moral y el orgullo que este partido tiene como condimentos primordiales.
Hay que afrontar 26 “finales” que arrancan el domingo en Floresta y finalizarán ante Lanús en Nuñez a mediados del año próximo, determinando la suerte de nuestro amado Club, en el momento más penoso de su historia.
El apoyo masivo de la gente está presente, pero hoy es la única “pata sostén” que funciona al 100%.
Las otras 3 patas todavía parecen no haber asumido esta realidad que nos carcome sin respiro.
Por Fernando Sala
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